Existe un poeta que dice que nos hay cantares más sabios que el de los pájaros, porque a ellos les debemos toda la música. Norteamericano, nació a Duluth, Minnesota y se llama Robert Allen Zimmerman o Bob Dylan, joven de la generación del Flower Power y adepto de la Paz. La primera vez que lo escuche, yo andaba por las playas del litoral de Chile, fumándome un pitillo de marihuana, tirándole migas de pan a las gaviotas y a los pelícanos, dándoles besos a las sirenas, que se morían por perder su virginidad antes de llegar a sus 20 años.
La melodía es parte de nuestra vida, como nuestra vida es parte de la canción. Sin ella no podríamos vivir… Porque ha sido lo principal que ha podido crear el hombre en toda su historia, Dylan en este caso ha tenido todo el júbilo de comunicarnos todas sus notas de su pentagrama personal. Con el hemos interpretando su clásico folk Mr.Tambourine Man, como con Bob Marley y the Wailers hemos cantado el Reggae. Hoy, recuerdo unos discos que se incrustaron en mi corazón, como una aguja de tocadiscos sonando en 33 revoluciones : Sacrificio soul de Santana, Hey Joe ! de Jimmy Hendrix, Todos juntos de los Jaivas, Dark side in the moon de Pink Floyd etc.…
Podría nombrar otros… la lista es larga, pero no la diré para quedarme con la adrenalina en la cabeza, que me da visiones de remembranzas. Hoy, estoy aquí de nuevo, después que el tiempo, la lluvia ha pasado varias veces junto a las aguas debajo de los puentes del Mapocho, pero la música es así, como un cigarro que se prende mil veces bajo las luces de las discóteques capitalinas del planeta. Pero repitamos a Dylan para volver a Mozart, a Liszt o a Stravinsky que nos dijo que :«¡Los niños y los animales comprenden mejor mi música !»Todos ellos unas notas musicales que nos cayeron del firmamento deslumbrante…

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