dimanche 19 août 2007

Aguacero de Palabras - M



El día que tu leíste a Anaïs Nin, ella venia de engañar al banquero, Hugo Guiler, tenia solamente 19 años de edad. Era una niña todavía para los ojos de la literatura y para el apetito de todos sus deseos que vendrían en el futuro. Por ella, Antonin Artaud saltaba desde un trampolín con las únicas intenciones de quererla en la zambullida.
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A veces, como poeta, se sentía como un civil desconocido con un ramo de claveles en sus manos, un bohemio con calzados para caminar o para cultivar girasoles y nogales por amor y locura. El antojo es un suspiro líquido que penetra directamente en la piel de la mujer y aquello es tan cierto, que por eso se aman, se miran y se escuchan cuando ella hace el apareamiento. Con June, sucedía lo mismo con contracciones, impulsos y placeres tórridos se volvía a ilusionar y ha ponerse sentimental. Ella era radiante y candida saboreando todos esos arrebatos libertinos y escépticos, que entrega el arte erótico.
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En esta historia también Henry Miller, era un seductor por naturaleza, le gustaba incitar a cualquier mujer, que se le cruzara por su camino, para que lo mirara escribir le gustaba llevarlas en brazos por los caminos de les Sables d’Olonne, que orilla el Océano Atlántico…

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